Originario de las costas del Labrador, de donde toma el nombre, este perro era utilizado por los pescadores de bacalao para recuperar grandes peces que caían al mar después de la captura. Es introducido en Inglaterra alrededor de 1820 y fue rápidamente apreciado por sus óptimas cualidades de cobrador que sabe actuar en cualquier tipo de terreno. Fue el perro predilecto del conde de Melmesbury, del duque de Buccleuch, del conde de Home, de lord Scott y de la propia familia real inglesa, que utilizaban estos perros tanto para el cobro de la presa muerta (superando en esta actividad a sus perros de muestra) como perro de compañía, apreciados por su carácter dulce y equilibrado. Gracias a estas dotes, el Labrador retriever ha tenido una gran difusión en todos los países de origen anglosajón y también aunque en menor grado-en los países de Europa continental. El reconocimiento oficial de la raza, por parte del Kennel Club inglés, se llevó a cabo en el año 1903.